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Sanar el pasado, transformar el presente: el viaje del karma al dharma

  • Foto del escritor: alternativanely
    alternativanely
  • hace 4 días
  • 9 Min. de lectura



Karma familiar: ¿Herencia o elección?

 

El karma familiar es un concepto basado en la idea de que las acciones de nuestros antepasados pueden influir en nuestras vidas actuales, pagando por sus malas decisiones o actos. A lo largo de generaciones, ciertos patrones parecen repetirse: desafíos, vicios, conflictos, dramas e incluso enfermedades “heredadas”. 

 

Pero, ¿realmente heredamos el karma? ¿Podemos romper con estos ciclos o estamos condenados a repetirlos?

 

La herencia genética, el ambiente y el poder del cambio

 

La probabilidad de desarrollar una enfermedad genética varía según la patología y el patrón hereditario. Se estima que alrededor del 1% de la población padece una enfermedad genética clínica, mientras que aproximadamente el 50% es portador de mutaciones que podrían, en determinadas condiciones, dar lugar a trastornos hereditarios. Sin embargo, estos números no deben interpretarse como una sentencia inmutable. 

 

La interacción entre nuestros genes y el ambiente—lo que se conoce como la relación entre el genoma y el exposoma—demuestra que nuestros riesgos no están completamente predeterminados. Estudios recientes, como los desarrollados en centros de investigación de excelencia (por ejemplo, la Universidad de Oxford), han evidenciado que los factores ambientales y de estilo de vida tienen un impacto considerablemente mayor en la salud y en el envejecimiento que la predisposición genética aislada.

En este sentido, la nutrición, la actividad física, la calidad del sueño y la gestión del estrés pueden modular la expresión de nuestros genes, ralentizando o mitigando la aparición de ciertas enfermedades. 

 

Esta posibilidad de transformación encaja con la idea de que “repetimos la vida de nuestros padres” cuando reproducimos patrones kármicos heredados. Es decir, cuando no cuestionamos ni transformamos nuestros hábitos y formas de pensar, se refuerzan ciclos ya establecidos—tanto en el ámbito físico como emocional. Sin embargo, la evidencia y numerosos casos documentados muestran que cambiar el estilo de vida y adoptar una mentalidad proactiva puede alterarlo. Hay múltiples testimonios de personas que han vencido enfermedades terminales o revertido el curso de condiciones degenerativas mediante cambios profundos en su forma de vivir y pensar. 

 

No obstante, este proceso no es sencillo ni para todos. Mientras que algunas personas logran romper con patrones heredados gracias a la valentía de cuestionar sus creencias, otras encuentran en su mente estructuras tan rígidas que el cambio resulta casi imposible. La buena noticia es que la ciencia sigue avanzando, y se están desarrollando intervenciones integrales que combinan asesoría nutricional, ejercicio, terapias de manejo del estrés y apoyo psicológico—todas ellas orientadas a potenciar esa capacidad innata de remodelar nuestra salud, desafiando la idea de que la herencia sea una ley inmutable. 

 

En resumen, si bien la herencia genética establece ciertos potenciales de riesgo, la vida se rige por causas y no por el mero azar. Estamos llamados a reconocer que, gracias a los avances en investigación y a un enfoque holístico, podemos influir en la manera en que se manifiestan estas predisposiciones. La clave está en la conciencia y el esfuerzo por transformar no solo nuestro cuerpo, sino también nuestra mente. Con determinación y las herramientas adecuadas, el camino hacia la salud integral se hace posible.

 

¿Se pueden limpiar los karmas familiares?

 

El mundo esotérico ofrece distintas prácticas para transformar patrones negativos—meditación, perdón, gratitud y comprensión. Sin embargo, algunos "sanadores" afirman poder “limpiar el karma familiar” como si fuese una deuda que simplemente se borra. 

 

Pero el karma no se hereda como una propiedad, ni puede eliminarse de forma mágica. Se deja de pagar cuando nuestra transformación surge desde el entendimiento, la acción consciente y la capacidad de soltar cargas que no nos corresponden. 

 

Quienes prometen eliminar karmas familiares a cambio de dinero no los “limpian” realmente, sino que se aprovechan de personas desesperadas. Estas acciones generan su propio karma, pues lucran con la vulnerabilidad ajena y eventualmente enfrentarán las consecuencias. 

 

El karma y el dharma: ¿Cómo realmente se relacionan?

 

   Las explicaciones tradicionales del karma y el dharma suelen ser abstractas, lo que puede generar confusión. Se dice que el karma son las consecuencias de nuestras acciones y el dharma es el camino correcto, pero no siempre queda claro cómo se conectan.

 

   Sin embargo, la experiencia demuestra que sanar el karma nos acerca al dharma. Cuando dejamos atrás los patrones dañinos, cuando corregimos nuestros errores y actuamos con conciencia, estamos transformando el karma en dharma.

 

   Esto no significa que el karma se convierta automáticamente en dharma, sino que el proceso de liberación nos permite caminar en una frecuencia más alta sin repetir inconscientemente los errores de siempre, donde la mente deja de ser esclava de sus instintos más bajos. En este estado, no tomamos decisiones desde el apego o la confusión, sino desde la claridad y el equilibrio. 

   El dharma es el resultado de la sanación del karma, el estado en el que la vida ya no se repite en ciclos de sufrimiento, sino que se abre hacia el propósito y la verdadera evolución.

  

 

¿Cómo funciona realmente el karma ancestral?

 

Los karmas ancestrales no se heredan, sino que se construyen. No los recibimos de manera pasiva, sino que los reforzamos mediante ciertos mecanismos: 

 

 Manipulación → Cuando un familiar nos condiciona emocionalmente para que carguemos con su historia. 

Amor y lealtad → Cuando, por amor, nos sentimos responsables de arreglar lo que otros hicieron. 

Juicio → Cuando condenamos los errores de nuestros ancestros sin darnos cuenta de que este juicio nos ata aún más a ellos. 

 Repetición inconsciente del mismo patrón de comportamiento → Los  karmas se perpetúan una y otra vez si quienes se encuentran inmersos en ellos no toman conciencia de sus errores y creen que el problema radica en los demás.

 

¿Cómo diferenciar entre un karma ancestral y una simple costumbre aprendida?

 

En realidad, todas las costumbres aprendidas provienen de diferentes karmas, ya que representan errores no resueltos, ya sea con nosotros mismos o con los demás. Por ejemplo, si la mayor parte del tiempo vivimos en negatividad, posiblemente se debe a que, en vidas anteriores, cada vez que pensábamos que lo teníamos todo, algo malo ocurría. Entonces, el cerebro se mantiene en alerta para evitar la gran caída (aunque no logra impedirla), generando una especie de autosabotaje. 

 

Si no nos sentimos merecedores de lo bueno, ello revela una carencia subconsciente. Y muchas veces, para identificarla, necesitamos una experiencia intensa que nos permita verla, comprenderla y sanarla.

 

El karma de los traumas universales

 

A lo largo de nuestras vidas —y a través de muchas experiencias pasadas— nos encontramos con los mismos traumas repitiéndose una y otra vez. Los más comunes son: 

 

🔹 Abandono → Falta de atención, cuidado o protección emocional por parte de figuras importantes. 

🔹 Traición → Ruptura de la confianza y la fidelidad en cualquier tipo de relación. 

🔹 Rechazo → Exclusión social o afectiva que impacta la autoestima y la identidad. 

🔹 Humillación → Experiencias que afectan la percepción de uno mismo y las relaciones. 

🔹 Injusticia → Sentimiento de haber sido tratado de manera desigual, generando frustración y resentimiento. 

 

Estos traumas provienen de vidas pasadas, en las que ocurrieron eventos profundamente dolorosos y en cada vida siguiente intentamos sanarlos, por lo visto sin gran éxito porque se siguen repitiendo. Sin embargo, se activan en la vida presente por situaciones más leves que se transmiten por patrones repetitivos; ocurren para mostrarnos dónde incurrimos en errores constantes y para impulsarnos a corregir esos patrones. Por ello, el proceso para solucionar un karma importante es  largo, y puede tomar bastantes años. 

 

Cada persona posee estos traumas, aunque no siempre seamos conscientes de ellos. Se desbloquean mediante ciertos sucesos, liberando toda la carga acumulada de otras vidas. Como respuesta, hemos desarrollado distintas formas de defensa frente al mundo, que la psicología identifica como tipos de apegos inseguros.

 

¿Cómo saber si estamos enfrentando una herida kármica o solo un conflicto emocional?

 

Las heridas del karma pueden ser tanto emocionales como físicas. No es imprescindible saber con certeza su origen; lo fundamental es ser conscientes de nosotros mismos y hacer lo posible por sanarlas sin causar daño a los demás ni a nosotros mismos. El sacrificio por algo también genera karmas. Una cosa es trabajar duro por lograr algo, y otra muy distinta es sacrificarte por algo o alguien. ¡Ojo ahí! Normalmente, los karmas son bastante profundos y conllevan un fuerte apego o rechazo a la situación, manifestándose en reacciones físicas (como miedo, ansiedad, depresión o deseo) que evidencian que un karma se está activando en nosotros.

 

Apegos: La clave para entender el karma emocional

 

Nuestros tipo de apego o estrategias de defensa determinan cómo nos relacionamos con los demás y, a la vez  cómo perpetuamos ciertos karmas: 

 

Apego ansioso → Necesidad de validación constante, preocupación por la cercanía emocional y miedo al abandono. 

Apego evitativo → Dificultad para confiar y conectar emocionalmente, miedo al compromiso y tendencia a la independencia extrema. 

Apego desorganizado → Confusión entre la necesidad de amor y el temor a él, alternando entre acercamiento y rechazo. 

 

¿Cómo afecta nuestro apego a los karmas que repetimos?

 

Según la teoría psicológica, cada persona posee un estilo de apego predominante que se manifiesta en situaciones cotidianas. Sin embargo, en mi experiencia, he observado que cuando se activa un trauma vinculado a algún aspecto kármico, es posible que reaccionemos adoptando un tipo de apego distinto al habitual. Es decir, las heridas profundas que surgen en respuesta a ciertos karmas pueden reconfigurar temporalmente nuestra manera de relacionarnos, permitiendo que emerjan patrones de apego diferentes a los asignados de forma estable en condiciones normales. Esto evidencia la flexibilidad del sistema afectivo, donde la interacción entre traumas y karmas puede modificar cómo nos conectamos emocionalmente, mostrando la complejidad y fluidez de nuestra psique.

Sanar el karma familiar implica transformar nuestra forma de relacionarnos con el mundo, dejando de lado las máscaras y actuando de forma transparente y segura. Aspiramos a alcanzar un apego seguro, en el que el amor fluya sin miedo, sin dependencia y sin rehuir nuestra propia vulnerabilidad.

 

Romper con el karma familiar: el poder de la conciencia sobre el subconsciente

 

Para romper estos ciclos, debemos ser profundamente conscientes de nosotros mismos: 

 Observar todo lo que hacemos y analizar por qué lo hacemos.  

Entender quiénes somos para no permitir que otros nos manipulen y nos hagan sentir que no merecemos recibir. 

Aprender a amarnos, de modo que estemos preparados para recibir tanto como para dar.

 Hay bastante personas que subconscientemente no se sienten dignos para el amor por esto siempre eligen parejas y trabajos que les reflejan está carencia de diferentes maneras y ellos piensan que el problema está en su capacidad de elegir. Pero esta discapacidad de elegir existe porque no han aprendido sus lecciones, porque profundo en su ser no se aman (las razones de ello son diferentes en cada persona) por esto no pueden elegir alguien que les va a amar, o un trabajo donde de sientan plenos y realizados. Todo en el mundo surge desde adentro hacia fuera.

 

Es fundamental distinguir al amigo del enemigo, pues en ocasiones, aquel a quien etiquetamos como enemigo podría ser un amigo oculto. Del mismo modo, la persona a la que brindamos generosidad, lealtad y amor puede terminar siendo el verdadero obstáculo, aprovechándose de nosotros sin mostrar empatía ni desear sinceramente vernos felices.

 

Sin embargo, para lograr este cambio es crucial controlar el ego, el cual se nutre de placeres instantáneos y de emociones de baja vibración ( como el miedo, la culpa, la ira, o el deseo, entre otras.) Este ego, que suele manipular y a la vez dejarse manipular, anhela tenerlo todo y no se detiene ante nada para conseguir lo que desea, incluso si ello resulta perjudicial para otros e incluso para nosotros mismos.

 

Esta transformación toma años y no ocurre a voluntad, sino cuando la vida nos presenta los traumas no sanados, impulsados por karmas que se repiten. ¡Estad atentos!

 

¿Cómo actuar cuando sentimos las señales físicas del karma activado?

 

Cuando detectamos que estamos frente a un karma reforzado que ha persistido a lo largo de varias vidas, lo único que podemos hacer es observar lo que ocurre y hacernos preguntas profundas, cuyas respuestas nos guiarán sobre cómo actuar durante el proceso:

 

¿Qué enseñanza trae consigo?

Los karmas ofrecen diversas lecciones; no se reducen a una única enseñanza. Sin un autoconocimiento profundo, podríamos interpretarlos simplemente como una mala racha, sin llegar a comprender la lección real, lo que nos deja predispuestos a repetirla.

 

¿Cómo puedo liberarme de este ciclo sin repetir el mismo error? 

 

Podemos pagar un karma de manera directa (involucrándonos activamente en los sucesos) o indirectamente (observando sin participar, fundamentandonos en la observación y el autocuestionamiento). Ambas formas nos ofrecen las lecciones necesarias para superarlo y corregirlo; la vía indirecta es menos agresiva, pero no siempre es posible optar por ella. 

Pasé lo que pasé; debemos confiar en que lo que ocurre es parte de lo mejor que puede sucedernos, por desgracia lo pueden confirman sólo aquellas personas con una fuerte intuición, capaces de discernir los caminos que el destino nos ofrece.

 

Cuanto una vez aprendamos las lecciones de un karma, más pruebas similares surgirán para comprobar si verdaderamente hemos integrado la lección. Y cuando finalmente corregimos el patrón y cada vez se nos hace más fácil tomar la decisión correcta, las pruebas de este tipo de lecciones cesan.

 

La verdadera liberación del karma ocurre cuando dejamos de vernos como víctimas, asumimos la responsabilidad de nuestra vida y dejamos de cargar con las deudas ajenas, para enfocar nuestra energía en nuestra propia evolución.

 

Además, es importante para no intervenir sin que se nos pida ayuda, ya que involucrarnos en exceso genera nuevas karmas. Ayudar es una cosa; hacerlo todo por el otro es algo totalmente distinto y corresponde a cada persona asumir su propia carga. Tanto ayudar como no ayudar generan consecuencias kármaticas, por lo que debemos saber cómo y cuándo hacerlo.

 

Si alguna vez sientes que estás atrapado en estos ciclos, pregúntate: 


¿Estoy actuando desde el amor propio o desde el miedo y la culpa?

¿Estoy honesto conmigo mismo?

¿Estoy atrapado en la repetición o en la transformación?

¿Me estoy aprovechando de alguien o permito que otros se aprovechen de mi?

 

La respuesta está dentro de ti. Y cuando decidas soltar las cargas innecesarias y ocupar tu energía en tu propio crecimiento, romperás el ciclo.

 

 

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