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Un día no ordinario.

  • Foto del escritor: alternativanely
    alternativanely
  • 10 oct 2020
  • 9 Min. de lectura

Actualizado: 11 dic 2024




El ruido de una pelea en la calle me arranca del sueño. Una voz llena de rabia retumba entre los edificios…


"¿Qué raro, ya hay gente fuera y mi alarma aún no ha sonado?" Miro el teléfono y siento cómo se me para la respiración. En 30 minutos tengo que estar en el trabajo. ¡Y el camino es de 25 minutos! Un pinchazo atraviesa mi corazón. ¡Además, es mi tercer día de trabajo! ¡Justo ahora no me puede pasar esto! Y fíjate, pasa…


Con un salto, me levanto de la cama, y empiezo el recorrido – dormitorio, baño, cocina…, y al revés. Me pongo camisa y pantalón…, un poco de maquillaje para disimular algo el sueño que todavía no quiere irse por completo. Me relajo un poco. ¡Voy a conseguirlo!.. Me pongo los zapatos, y veo que no me he cerrado la cremallera del pantalón. Abro la puerta de entrada con una mano para salir y con la otra me cierro la cremallera…. ¡Sólo esto me faltaba! ¡Se rompe! Cierro la puerta. Rápido me quito el pantalón. Con la prisa, mi uña se engancha en el pantalón, y se rompe… No tengo tiempo para limarla. Cojo otro pantalón. Me lo pongo. Me miro en el espejo…"¡Estos colores no van!"… El tiempo vuela y yo todavía no he salido de casa. Cambio la camisa… "¡Así es mejor!"

Por fin, ya estoy cerrando la puerta de casa y me acerco más a mi meta. Comienzo a bajar corriendo las escaleras. Los peldaños infinitos, estrechos, empinados y gastados por el tiempo y el uso, y yo saltando dos escalones a la vez… Tengo prisa ahora; no es mi práctica usual volar sin despertar, pero esta vez me toca. ¡El asa del bolso se enreda en mis piernas, en mi tacón microscópico de uno de los zapatos!... Y me caigo….Rápido y lento a la vez. Veo como todo da vueltas. Siento como el cemento de los peldaños se clava en mi cuerpo y golpea sin piedad mis costillas y huesos… ¡Ya quedan sólo tres escalones! ¡Qué horror!

“¡Vaya mañana que tengo hoy! ¡Qué despertar! Y sin caféAdemás me quedan 8 horas más en el trabajo!

¿Voy a terminar viva?“, pienso, mientras doy vueltas por las escaleras, algo parecido a la ropa cuando la lavadora centrífuga.

Me levanto y me toco los sitios doloridos. No pasa nada. Todavía estoy entera y voy hacia el trabajo, no tengo tiempo para quejarme ni para lamentarme. Me tranquiliza un poquito la idea del primer café. Me lo imagino. Hasta siento el olor y el sabor. “¡Mmmm qué rico!

Me dirijo hacia los aparcamientos… Desde lejos veo que en el cristal delantero, de mi lado prácticamente, una paloma me había dejado un recuerdo. Grande y asqueroso. Ya, seco del sol… Lo ha hecho ayer, y ahora se ha incrustado... "¿Qué tanto habrá comido?“- se me pasa por la cabeza … ¡Y claro, agua para limpiarlo no hay! Culpa mía… ¡Justo en este momento tan preciso!


Decido que podré ver algo entre las áreas no afectadas… Subo al coche y me pongo el cinturón. Me pone nerviosa, como siempre; sale, para, se estanca... Y cuando más prisa tengo más juega con mi paciencia. Meto la llave…, no hay luces. La giro – nada…. El coche parece muerto. “¡¿Pero ayer funcionaba?! … No entiendo. ¡Parece que hoy todo está en mi contra! No, no me parece, es así. Espero que sea sólo hoy...

En la pantalla del coche aparece un texto extraño…, se enciende el sistema antirrobo… Es la llave. Otra no tengo. Me rasco la nuca… Justo cuando pienso que conseguiré llegar a tiempo, todo se retuerce. No es la primera vez que observo esta ley no escrita...

El coche lo descarto como opción.

No tengo tiempo para perder…, ya estoy tardando… La adrenalina recorre de nuevo por mis venas. Hoy la tengo en exceso. Cierro de golpe la puerta del coche y empiezo a mirar alrededor en busca de un taxi. No veo nada… Ando con pasos grandes en el medio de la callé. Ni me pregunto por qué no uso la acera. No quiero mirar la hora. Me estreso más. Comienzo a trotar… Veo un taxi, allí en la lejanía. “¡Ojalá esté libre!“ Cruzo dedos. No es que ayude, pero es como un reflejo, un instinto desde la infancia, lo hago sin pensar…Además, ahora necesito hasta milagros para no tardar. Pero como los milagros no existen, me digo a mí misma que me relaje. El que llega tarde, ya no corre ni con cohete. Pero si no me muevo, perderé el taxi...

Empiezo a correr hacia él, haciéndole señas al chófer desesperadamente con las manos para que sepa que lo necesito. Pero, sin querer, en el pánico, me araño la cara con la uña rota, intentando quitarme el cabello que se me mete en los ojos (la cual empieza a sangrar sin que yo me dé cuenta…, además, ni me duele.)


“¡Síííí, esta libre! ¡Esto es lo que importa!” Subo rápido, casi ni me giro hacia el chófer, temblando de nervios. Grito con la mascarilla tapándome la boca: ”¡Hacia el puerto! “

El chófer enseguida nota mi tensión. Sólo me tira un mirada por debajo de sus cejas: enormes, pobladas, como que cada pelo de ellas tiene su propia opinión. Sólo esto recuerdo de él… Después, aprieta el acelerador hasta el fondo…

Intento relajarme…, pero el viaje es con la adrenalina a tope, el cortisol en las nubes, y yo en el sótano de todo esto. “Son buenos los taxistas¡Este parece competidor de “Fórmula 1”! Si nos escapamos de algún accidente, no voy a tardar tanto Por dentro le doy las gracias por haber entrado tan rápido en el guión, sin siquiera haberle dicho que tengo prisa. Será más que obvio. Sinceramente, no tengo ninguna gana de hablar con nadie, sobre todo ahora.


Me aferro a la manija superior del techo del coche, con la mirada clavada en el velocímetro. Prefiero no mirar por la ventana y ver cómo el chófer adelanta coches, no para en los pasos de zebra y se salta los semáforos. Siento que moriré de miedo antes de que tengamos un accidente...

Con mi visión periférica, veo cómo sonríe disimuladamente y hago como que no lo noto. El también hace como que no ve mi pánico ante su habilidad al volante.

Si no tuviese tanta prisa, le mostraría la señales de trafico sobre la velocidad permitida y le advertiría que no se haga el Schumacher y que no me impresiona su aptitud de tenerme en estado de supervivencia. Pero tengo tanta prisa y dependo de él, así que me callo la boca, aunque mis ojos están fuera de sus órbitas de miedo.


¡Por fin, estoy ahí! En mi nuevo trabajo… 15 min más tarde… ¡Qué vergüenza!.. A mí me pareció medio día… Me acuerdo de la ley de la relatividad. Me viene a la cabeza la imagen de Einstein con su pelo “loco” guiñando el ojo y con la lengua sacada. “, un buen ejemplo.” El tiempo es muy, muy relativo según la percepción y la velocidad de cada uno.

Estoy ya enfrente de la puerta… La abro, reteniendo el aire. Todas las miradas están puestas en mí. Me sonrojo. Espero que no se note. Algunos me miran sorprendidos, otros expresan ironía… Les saludo. Me responden con sonidos inarticulados. Alguien lanza:

-¿Una mañana dura, eh?


Un grupito cerca de las ventanas se empieza a reír bajito.

Yo sólo jadeé… ¡Ni idea tienen! Entro en el baño para refrescarme y coger un soplo de aire. Me veo en el espejo… “¡¿Está soy yo?!“

No es para creerlo. Nunca me había visto así… Con el pelo revuelto, manchas de sangre seca en la cara y la mascarilla. Y con una mirada de animal estresado. ¡Y para colmo, mi boca tapada con una tira que me protege de un virus "mortal" ja,ja,ja, o más bien es para hacerme callar... Me quito la mascarilla bruscamente, y la escondo en el bolso. Aquí no la necesito, tenemos suficiente distancia. Parece que vengo de una pelea callejera. Me pongo en orden, y me dirijo a la máquina de café, ¡mi salvación!... Por desgracia, otra decepción. ¡¡Se ha acabado el café!! Simplemente, no hay… ¡Ufff, que día tan surrealista! Parece más buen una pesadilla de la cual aún no puedo despertar…

Me siento en mi escritorio y empiezo a abrir carpetas, documentos, hojas… ¡Un desastre! ¿Y mi mente...? Ni sé dónde está... Por allí, en la sexta dimensión… ”Tengo que hacer algo" Mis pensamientos intentan volver, lento y sin ganas. “¡No soy capaz de trabajar así! El estrés me vino demasiado. ¿O a lo mejor, me dejé llevar más de la cuenta?.. Necesito relajarme.

Enciendo la torre del ordenador… Tengo algo atascado en la garganta… Siento una bola… “La angustia, seguro. Toso para quitarla… Paro… La siento de nuevo… Otra vez comienzo a toser, pero más insistente. Unos cuantos compañeros se giran hacia mí para echarme una mirada asesina. Me siento algo incómoda, pero no puedo pensar en todos…

¡Y de repente me acuerdo del virus!.. ”Ja, ja,ja, ja. Me río en mi mente, de los paranoicos. ¡Ya no puedes toser libremente! Ni respirar… Restringieron nuestra libertad a base de engaños. Y además, intentan hacernos pensar lo que les conviene. ¡Lo qué a ellos les interesa! ¡Cómo va el mundo!… Por desgracia ya ni va, se destruye…Más bien lo destruimos todos nosotros que siempre callamos, porque así les dejamos seguir haciendo sus crímenes. Somos sus cómplices… Y las cosas cada vez van a empeorar más hasta que no empezamos a luchar por nuestro futuro… Me despisto…


¡Sí que me hace falta un café! … Decido limpiar el polvo antes de empezar con el trabajo. Termino con el escritorio y cojo una brocha pequeña que está ahí para limpiar el polvo de las rejillas del ordenador. Comienzo a meter la brocha en los agujeros para limpiarlas bien. Pero en un sitio había más polvo, justo detrás de la torre, que entra en mi nariz con violencia. Y yo estornudo… ¡Una, dos, tres, cuarto veces! No paro… “¡Todo lo que hago hoy, me sale mal!”, suspiro. Cuando termino de estornudar, levanto la cabeza por debajo del escritorio buscando una servilleta. Veo que ya he atraído otra vez la atención hacia mi. “¡¡Cómo odio esto!!”

Veo a la encargada susurrar algo a dos compañeras. Me miran con desaprobación… Empiezo a sentir calor. Mis poros comienzan a desprender sudor… La encargada viene acercándose a mí. Se para a dos metros de distancia. "Hmmm¿Ayer no lo hizo?.". . ¡Pero hoy todo es diferente!... Me viene una frase en la mente “En el mayor caos hay mas probabilidades.“ ¿De quién era? ¿Tal vez de Michio Kaku…? No lo sé…, pero a ver, éste caos, ¿qué me traerá? … ¿Un despido quizás?... ¡Lo que me falta para terminar el día! “¡¡Piensa en positivo!! , me oigo decírmelo a mí misma.

La encargada se sube la mascarilla que está alrededor de su cuello, como una joya imprescindible, para cubrirse la boca, y me dice…. Dice algo…, pero no sé, ¿si la oigo bien? ¿O sólo me parece a mí, que está diciendo lo que creo?.... No sé, cómo es mi cara, pero ella lo repite de nuevo…

”¡Hurrraaaa!" - grito por dentro. ¡No eran ilusiones mías!.. Me dijo que me fuera a casa hoy porque es probable que haya pillado “algo por ahí “. Noto su miedo. Me encojo de hombros, automáticamente. ¡Me viene de maravilla! Justo hoy.

¡Cómo de repente cambió todo! ¡Cómo por arte de magia! “¡No existen las magias! Todo es causa de algo,- me recuerda mi mente. Sinceramente, no tuve tiempo de pensar en positivo; simplemente me dejé llevar sin tener miedo que consecuencias me traerá, ni tuve expectativas. Me daba igual que sucederá.

Y de hecho, ahora veo que el día va a transcurrir como me gustaría a mi. ¡Tengo todo el tiempo para pintarlo con mis colores! No lo esperaba… Sólo lo deseé desde el alma en las primeras horas de la mañana y me olvidé de ello. Era lo que más necesitaba en ese momento: tranquilidad.


Ahora estoy volviendo a casa, con el autobús. De todas formas, ya no tengo prisa. Disfruto del tiempo que tengo. Sólo observo…, la gente, el día, los cambios del paisaje fuera. Ni siquiera pienso…

Entro por la puerta de mi apartamento. Oigo el loro gritando mi nombre desde la jaula. “¡Todo esta bien! suspiro y sonrío. ¡Ya estoy en casa! Desde la entrada, tiro mi bolso en el sofá. ¡Bien! Lo consigo. Me quito los zapatos, tirándolos al aire. Me desvisto rápidamente. Veo un pareo colgado en la silla. Me lo enredo alrededor del cuerpo y ya estoy lista. ¡Estoy en mi pequeño paraíso! Me pongo música y me preparo mi primer café. “¡Mmmm, este sabor es el que llevo tanto tiempo anhelando!“ ¡Felicidad! Armonía…


Tarde por la noche, recibo un WhatsApp de la encargada diciendo que no vuelva al trabajo mañana. Que vaya al medico, que me haga el test…, y cuando me curre bien, puedo volver. Le digo que no tengo nada, que estoy bien. Que fue sólo por el estrés de esta mañana… Ella no quiere entender… Me cuenta que le llamaron cuatro compañeros más para decirle que les he contagiado con Covid 19. (¡Algunos ya se habían hecho el test!) y mañana no vienen, ni los próximos días… Me rio… Me estremezco. ¡Un día, casi redondo! Ja , ja, jaja...

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